Pastor Alberto Bustos
Ministerios Shekinah Internacional
En muchas de nuestras vidas falta un vínculo crucial, que a menudo es la razón por la cual no recibimos respuestas a muchas de nuestras oraciones. Amado, ese eslabón perdido es la fe. “Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
Santiago es muy claro en esta instrucción: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:6-7).
Si una persona tiene dudas, no importa cuántos ríos de lágrimas llore, no recibirá nada de parte de Dios. Por supuesto, Dios quiere que clamemos a él desde lo más profundo de nuestro ser. ¡Pero él no oye nuestro clamor a menos que esté acompañado por la fe!
Los Salmos abundan con el testimonio de David, quien vino a Dios no solo con lágrimas sino con un corazón lleno de seguridad y confianza total en su Padre. “Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos. Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado” (Salmos 28:6-7).
“Nuestra ayuda y nuestro escudo es él [el Señor]. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado” (Salmos 33:20-21).
Casi cada vez que leemos los clamores de David al Señor en oración, oímos su testimonio de confianza. Tú podrás pasar muchas horas en oración, llorando y suplicando a Dios que te dé lo que ya prometió. No podemos concebir la posibilidad de que Dios se disguste con nuestras oraciones. Sin embargo, la Palabra es clara en cuanto a que debemos pedir “con fe, no dudando nada”.
Amados, agarren esta maravillosa verdad y permitan que Dios los traiga a un lugar nuevo en la oración.